“Tratar de
olvidar a alguien es querer recordarlo para siempre .... “
El
hecho de perder todo, no es solo así, pobreza, no es solo una palabra, que
quizás mucha gente ignore, y bueno, no los culpo tampoco, pero no es agradable
tener la sensación de que tu vida ya no es lo que era y pensar.. ¿Qué has
hecho? Todo era genial. No, ahora no es nada igual, y no siempre te acostumbras
tan rápido. De tener todo, a no tener nada, solo quedas tú mismo, puede que un
cambio muy brusco, pero de todo a nada, de ahí hay dos pasos, en los cuales
nunca podrás tener esa sensación de nuevo, esa sensación de felicidad que
dejaste junto con la ilusión. A gente
ingenua le parecerá imposible, pero la cruel verdad, es que le pasa a
cualquiera. Quizás lo peor es la pena, no por ti mismo, si no que los demás
sientan pena hacia tu persona, quedar como desgraciado, quedar como alguien que
jamás luchó por lo que quería, quedar como alguien que nunca, pudo hacer sus
sueños realidad.
-
¿Papá? – dijo Tiffany entrando en la sucia azotea.
-
Tiff, ¿Qué te parecería.. ir a un internado? Ya sabes, solo un cierto tiempo
-
¿Qué? Claro que no
-
Tiffany es lo mejor para ti
-
Pero papá, ¡yo estoy bien!
-
No, no estás bien, estamos en la calle. – Dijo el Sr. Allen con seriedad – Mira
Tiff, ya he hablado con tu tía Emily, he conseguido contactar con ella. Ella
conoce a los dueños, así que será gratis, no hay problemas económicos, ella te
recibirá allí. ¿Vale?
-
Papá, ¿Por qué me preguntas, si sabes que vas a hacer lo que quieras?
-
Venga, Tiff, estarás bien. Serán unos días, harás nuevas amigas y... ¿Quién
sabe? A lo mejor luego no quieres ni volver
-
Claro papá, no tendré nada mejor que hacer – dije con ironía
-
No estará tan mal – dijo el Sr. Allen intentando convencer a su hija
-
Está bien – contestó Tiff por fin
* * * * *
Ya
era el día en el que Tiff se tenía que despedir de su padre. Todo pareció
amanecer bien y la señora Webster estaba ajetreada en su trabajo en el hostal.
Aun así, le ayudó con las maletas y se despidió.
El
Sr. Allen acompañó a su hija hasta la estación de tren.
-
Toma
hija, este es tu vagón y tu asiento – dijo David Allen dándole un pequeño y
arrugado papel – Yo ahora me tengo que ir, tengo un trineo que construir
-
Papá,
¿aún sigues con eso?
-
Tiff,
es posible, será genial. Y además, no perderé nada por intentarlo.
-
Es
verdad – dijo Tiff suspirando
Aquél ruido de vagones y de gente se hizo en un
profundo silencio.
-
Bueno
Tiff, llámame de vez en cuando al teléfono del hostal ¿vale?
-
Está
bien
-
Buena
suerte Tiff – dijo el Sr. Allen mientras Tiff entraba en el vagón nº 13
-
Veamos
– pensaba Tiff mientras se recorría los pasillos del vagón, buscando su asiento
- ¿Esto es un 1 o un 7?
Finalmente se quedó en el asiento 7 B
-
Eh,
ese es mi asiento – decía una chica de pelo rubio y ojos azules-verdosos, todo
lo contrario a Tiff (pelo castaño y ojos marrones)
-
Oh,
lo siento, creí que mi asiento era el 7 B
-
Es
broma – dijo ella – Mi asiento es este, justo en frente. Soy Scarlett. ¿Y tu
eres..?
-
Soy
Tiff, bueno, Tiffany, pero me llaman Tiff
-
¿A
ti también te mandan al internado de Watford City?
-
Sí,
¿cómo lo has sabido? – dijo Tiff sorprendida
-
Bueno,
a mi me mandan todos los años y casi todos los que suben a este tren es para ir
ahí
-
Y,
¿por qué te mandan al internado?
-
Mis
padres no se pueden ocupar de mi, y decidieron mandarme al internado desde que
tenía 9 años. ¿Y tú? Pareces venir de una familia rica.
-
Bueno,
la verdad es que sí, venir si que vengo de una familia rica, pero después de la
muerte de mi madre todo se complicó y bueno, ahora estábamos mi padre y yo en
la calle
-
¿Y cómo te has permitido pagar el internado?
-
Em.. M-mi tía Emily – dijo Tiff con la cabeza
agachada
-
Una
enchufada entonces, ¿no? Tranquila, no
se lo diré a nadie.
Después
de un largo trayecto sonaron los frenos del tren. Ya habían llegado a Watford
City. Todos los pasajeros se levantaron y empezaron a salir. Todo era muy
agobiante, estaban todos juntos y no había ningún minúsculo espacio donde
meterse.
Tiffany
y Scarlett se levantaron también y empezaron a abrirse paso entre la multitud.
Lograron
salir casi empujadas por la gente del vagón. Ya estaban las dos justo en frente
de su nuevo hogar, al menos por algún tiempo. Tiffany se quedó observando la
fachada, mientras Scarlett entraba a recepción.